LA VIDA DE CADA HOMBRE ES UN CAMINO HACIA SI MISMO. EL ENSAYO DE UN CAMINO, EL BOCETO DE UN SENDERO

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Caridad...bondad y hospitalidad

Cuanto más cerca me encontraba de mi objetivo mas me invadía la impaciencia, ya no solo por las ganas de llegar sino porque realmente el último trayecto fué de lo mas largo y eterno de nuestro viaje de ida. Ya que a pesar de que desde Oviedo La Caridad estaba a algo mas de 100 km, el bus realizaba paradas continuadamente, como si de un autobus metropolitano se tratara...

La Caridad se hizo esperar pero al fin hallamos nuestro destino. A pesar de las 3 horas de viaje, llegamos animados y con ganas de poner pié en camino hacia nuestro albergue para poder asi deshacernos del pesado equipaje. La plaza central del pueblecito nos recibio con todo cuanto tenía, la carretera hacia de medianera entre las dos partes que componia dicha plaza la cual se situaba en lo alto de una colina. De cara al pueblo, en la mitad izquierda se hallaba el Concejo, un edificio moderno asediado por un bar y un restaurante a ambos lados; en la otra mitad se hallaba la iglesia del pueblo rodeada de un pequeño parquecillo, compuesta por un roseton curiosisimo y un campanario que mas que un campanario tenia el aspecto de un pináculo catedralicio, estrecho y espigado.

Lo primero fue preguntarnos adonde se encontraba el albergue, sabiamos que dicho albergue se encontraba las afueras de La Caridad pero no lejos, lo que no sabiamos afuera...¿En qué dirección? Asi que nos lanzamos a realizar la primera de muchas tantas preguntas que el Camino recogió en él. La verdad que la localizacion de dicho albergue no encerraba consigo ningun tipo de misterio, ya que La Caridad era atravesada unicamente por una calle ancha de poca longuitud y solo quedaba por saber si debiamos salir del pueblo cruzandolo o volviendo atras sobre nuestros pasos. El albergue se encontraba antes de llegar a La Caridad por donde habiamos llegado.

Así que nos pusimos manos a la obra a su encuentro, tuvimos que realizar una pequeña travesia por el arcén de la carretera de acceso al pueblo que aunque pequeña no le eximia de tener peligro alguno. Nos introducimos en un camino a la derecha asfaltado pero algo longevo cuyo camino encerraba consigo un conjunto de 5 o 6 casas blancas que me recordaban mas bien a aquellas que hay por los pueblos de Andalucia.



- Aquello debía de ser el albergue- dije mientras contemplaba un edificio simple, situado en un claro apartado de sus casas vecinas, compuesto por dos plantas de ladrillo visto con un enrejado verde en las ventanas y cuya fachada no debia de sobrepasar los 10 metros de largo. Cuando llegamos a la puerta del albergue este se encontraba cerrado, quizas debiamos de haber llegado algo temprano, el reloj marcaban las 12:30 del mediodía por lo que primero pensamos era de que todavia no habian abierto.


La espera no llegó a lo 5 minutos cuando una señora del lugar se ofreció amáblemente a llamar a la encargada del albergue que casualmente vivía en la zona, cuyo nombre respondia al de Pilde. Una señora de unos cuarenta y tantos o cincuenta que salio a  recibirnos con su rutinario delantal rosa de laborar en el hogar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario