LA VIDA DE CADA HOMBRE ES UN CAMINO HACIA SI MISMO. EL ENSAYO DE UN CAMINO, EL BOCETO DE UN SENDERO

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El primer Atardecer

Al salir de la playa nos encontramos de frente aquello que tan placenteramente bajamos para llegar a ella, ¡La Cuesta! Comenzamos asi nuestra primera subida dirigiendonos hacia el pueblo para hacerle una visita y ver con mas detenimiento lo que La Caridad tenia que ofrecernos. Así que llegamos a traves del arcen de la carretera comarcal la cual estaba muy transitada de trafico, sobre todo de camiones, y andabamos con cuidado porque aunque la carretera tuviera arcén éste era un poco estrecho.

 Llegamos a la plaza del pueblo (La misma plaza donde nos dejó el bus) y lo primero que hicimos fue buscar asiento en un bar, bar que estaba pegado al concejo del pueblo y en el cual encontramos unas caras conocidas del albergue. Este bar estaba en una esquina de entrada a un pasaje o galeria de donde un correntín de aire nos acariciaba placenteramente.

Nada mas levantar asiento, procedimos a dar un paseo por el pueblecillo...La iglesia, un gran parque anexo a la plaza el cual nos despertaba gran cusiosidad por los sauces que lo adornaban, y unas callecillas estrechas en donde encontramos nuestro primer supermecado "El Arbol", el cual nos acompañaria en las comarcas de practicamente la mitad nuestro Camino, fueron los principales protagonistas. Entramos en el supermercado para comprar algo de merienda, ya que unicamente habiamos traido vituallas para almuerzo y cena; y nos lo comimos en una sentada camino del albergue en un acerado cuya pared que lo delimitaba recibía nuestras espaldas.


Ya de nuevo en el albergue y para no perder el ritmo, nos dirigimos camino adentro en direccion a las montañas  para observar aquellos paramos de intenso color que se mezclaban con la penumbra del atardecer y "bajarnos de la nube" de la cual nos encontrabamos de saber que ya estabamos alli y que era realidad.





El albegue ya se habia llenado hasta los topes, tanto la primera planta como la segunda. Y lo que me llamo la atención era la cantidad de bicicletas ("bicigrinos") que había, ya que era mi primer contacto con el Camino y me impresiono el ver que habia mas bicicletas que peregrinos a pié.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Una tarde en La Caridad

Nada mas abrirnos el albergue Pilde además de cobrarnos 5 euritos, nos selló por vez primera nuestras credenciales. ¡Nuestro punto de partida! Nos preguntó...."¿Venis del sur verdad?" a lo que respondimos afirmativamente diciendole que de Sevilla, en ese momento Pilde nos conto que unos metros más abajo vive un señor que era de nuestra tierra y que hacia poco invito a un grupo de peregrinos sevillanos a tomar cafe en su casa. Asi que Pilde nos dijo que se alegraria mucho de conocernos.

La planta baja del albergue se componia de dos estancias, una nada más girar a la dercha de la puerta de entrada donde se encontraban a ambos lados las duchas y los servicios, y otra parte en la que se encontraban las camas. Esta me gusto muchisimo, se componia de unas 16 literas distribuidas hacia el centro de la habitacion dejando un pasillo de acceso a ellas entre las camas y las ventanas, entre ellas habia un espacio más que suficiente para moverte y dejar tus cosas.



Como peregrinos inauguradores del albergue ese día teniamos uno de los mejores privilegios que podríamos tener... ¡¡La posibilidad de elegir cualquier cama!! Así que lo primero que hicimos fue coger aquellas camas del fondo de la habitación que estaban pegadas a la pared y mejor aún, en la zona de abajo de la litera xDD. Estiramos nuestros sacos de dormir en la cama, sacamos nuestra cosas de las mochilas, comimos algo y nos fuimos a darnos nuestros primeros paseos por la zona.



 Nada mas partir nos encontramos nuevamente con Pilde, la hospitalera, acmopañada por un hombre canoso de unos 60 años, era el paisano nuestro de cual nos habló unas horas antes (No recuerdo su nombre). Nos habló de la tierra asturiana y nos la califico hasta tal punto que se vino a vivir, animandonos a hacer lo mismo en un futuro. Al parecer vivía solo, y aunque nos comentó que sus hijos estaban casados y repartidos por Sevilla, el no hablarnos de su compañera sentimental dedujimos que se encontraría solo. Desde luego era querido entre los habitantes de las casas de alrededor.

Le preguntamos donde se encontraba la costa, la cual estaba segun él a unos 300 o 400 metros de alli, y desde entonces aprendimos que cuando nos decian una distancia, habria que sumarles un pedazo mas.
A pesar de ello llegamos, la costa estaria a unos 1000 o 1500 metros del albergue que se llegaba a traves de un camino por una gran arboleda en bajada.





 Bajando unas escaleras al final del camino nos topamos de lleno con la playa, muy distinta de como la conociamos en el sur. La costa cantabrica, fundamentalmente esta constituida por acantilados y por la erosion de la roca, en lugar de arena la orilla estaba bañada por cantos rodados.

Aun así, la belleza de estas playas es unica...





  

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Caridad...bondad y hospitalidad

Cuanto más cerca me encontraba de mi objetivo mas me invadía la impaciencia, ya no solo por las ganas de llegar sino porque realmente el último trayecto fué de lo mas largo y eterno de nuestro viaje de ida. Ya que a pesar de que desde Oviedo La Caridad estaba a algo mas de 100 km, el bus realizaba paradas continuadamente, como si de un autobus metropolitano se tratara...

La Caridad se hizo esperar pero al fin hallamos nuestro destino. A pesar de las 3 horas de viaje, llegamos animados y con ganas de poner pié en camino hacia nuestro albergue para poder asi deshacernos del pesado equipaje. La plaza central del pueblecito nos recibio con todo cuanto tenía, la carretera hacia de medianera entre las dos partes que componia dicha plaza la cual se situaba en lo alto de una colina. De cara al pueblo, en la mitad izquierda se hallaba el Concejo, un edificio moderno asediado por un bar y un restaurante a ambos lados; en la otra mitad se hallaba la iglesia del pueblo rodeada de un pequeño parquecillo, compuesta por un roseton curiosisimo y un campanario que mas que un campanario tenia el aspecto de un pináculo catedralicio, estrecho y espigado.

Lo primero fue preguntarnos adonde se encontraba el albergue, sabiamos que dicho albergue se encontraba las afueras de La Caridad pero no lejos, lo que no sabiamos afuera...¿En qué dirección? Asi que nos lanzamos a realizar la primera de muchas tantas preguntas que el Camino recogió en él. La verdad que la localizacion de dicho albergue no encerraba consigo ningun tipo de misterio, ya que La Caridad era atravesada unicamente por una calle ancha de poca longuitud y solo quedaba por saber si debiamos salir del pueblo cruzandolo o volviendo atras sobre nuestros pasos. El albergue se encontraba antes de llegar a La Caridad por donde habiamos llegado.

Así que nos pusimos manos a la obra a su encuentro, tuvimos que realizar una pequeña travesia por el arcén de la carretera de acceso al pueblo que aunque pequeña no le eximia de tener peligro alguno. Nos introducimos en un camino a la derecha asfaltado pero algo longevo cuyo camino encerraba consigo un conjunto de 5 o 6 casas blancas que me recordaban mas bien a aquellas que hay por los pueblos de Andalucia.



- Aquello debía de ser el albergue- dije mientras contemplaba un edificio simple, situado en un claro apartado de sus casas vecinas, compuesto por dos plantas de ladrillo visto con un enrejado verde en las ventanas y cuya fachada no debia de sobrepasar los 10 metros de largo. Cuando llegamos a la puerta del albergue este se encontraba cerrado, quizas debiamos de haber llegado algo temprano, el reloj marcaban las 12:30 del mediodía por lo que primero pensamos era de que todavia no habian abierto.


La espera no llegó a lo 5 minutos cuando una señora del lugar se ofreció amáblemente a llamar a la encargada del albergue que casualmente vivía en la zona, cuyo nombre respondia al de Pilde. Una señora de unos cuarenta y tantos o cincuenta que salio a  recibirnos con su rutinario delantal rosa de laborar en el hogar.

Asturias nos acoge

Asturias nos recibió como mejor sabe, con una mañana fresca de intensa bruma la cual a las alturas del mediodía huye para dejar paso a un timido sol con su suave manto de calor propio de la tierra.

Asi nos recibió Oviedo, temprano, cuyas gentes marchaban sin cesar de acá para ayá para hacer frente a sus labores del día a a día. Salimos de la estacion y nos encontramos en mitad del rutinario panorama de la ciudad, la gente nos miraba acostumbrada a la tipologia de viajeros que llegaban constantemente por la ciudad y aunque estaban acostumbradas yo me sentia con un poco de pudor o verguenza (Por llamarlo asi) propios de mi Primer Camino. No sabiamos que hacer, de Oviedo necesitabamos otro autobus que nos llevara por fin a nuestro punto de partida pero faltaban alrededor de 2 horas para partir, asi que... ¡Nada mejor que despues de un largo viaje reponer fuerzas con un estupendo desayuno!

No se hizo esperar, recalamos en un bar encantador, cuyas paredes lucian un color rojizo burdeos que se combinaban con el mobiliario de madera dando un aspecto clasico y agradable. El bar era algo pequeño, ¡Solamente con nuestra llegada ocupamos casi la mitad del local! entre nosotros y las mochilas que tan buenamente pudimos situar para estorbar lo menos posible, por ello las gentes del bar se quedaban mirando lo que aumenteban un poco mi "verguenza" xD.


Despues de repostar nos dispusimos, con el tiempo que nos quedaba, a ver lo que Oviedo tenia que ofrecer al Peregrino. La verdad que no nos dió para mucho, pero pudimos al menos contemplar algunas casas curiosisimas. Éstas eran pequeñas, con un patio que mas bien recuerdan a aquellos cordobeses con una frondosidad y un colorido maravilloso, por otro lado gran parte de la fachada la ocupaba una gran cristalera recibida por un enmarcado de madera pintado y de aspecto antiguo debido a la humedad del lugar. Impresionaba ver la pequeñez de las casas contrastado con los titanes edificios a su alrededor como si de un asedio se tratara...


Sin darnos cuenta el tiempo se nos acababó y gratamente volvió ese deseo de querer llegar cuanto antes e involucrarnos en esa aventura del Camino.